Desde Porto Alegre, Brasil.
Según el autor, el presidente del Banco Central hace terrorismo económico cuando trata de demostrar que el Brasil de Lula tiene un problema fiscal.
Las monedas de 78 países se han depreciado frente al dólar desde principios de año.
Esto se debe al aumento de los tipos de interés en EE.UU., que atrae dólares para inversiones financieras, provocando la apreciación de la moneda estadounidense y el debilitamiento de las monedas nacionales.
El real, por ejemplo, una de las moneadas más afectadas en este proceso, perdió 13,4% de su valor frente al dólar. El yen japonés perdió un 12,4%, según las agencias de riesgo.
En el artículo “Nada nuevo bajo el sol: dólar x real” [Valor, 7/02/24], el profesor Luiz Gonzaga Belluzzo caracteriza este proceso como un “fenómeno monetario-financiero e internacional”.
Belluzzo ve una “sobrecarga de opiniones que desembocan en quejas que atribuyen a la irresponsabilidad fiscal las sucesivas e intensas caídas del valor de nuestro real ante el patrón del sistema monetario internacional, el señor Dólar”.
«Ante los frecuentes episodios de agravamiento de la inestabilidad del tipo de cambio, las voces habituales han echado la culpa a las ‘condiciones internas'», escribió, y añadió que los economistas fiscalistas «ignoran que los países con monedas no convertibles se debaten entre el objetivo de mantener la inflación bajo control y el propósito de no dañar el crecimiento ni poner en riesgo la estructura industrial y, en consecuencia, la ‘estructura’ de generación de ingresos y empleo”.
La devaluación del real, como otras monedas nacionales, es parte de este “fenómeno monetario-financiero e internacional”. Sin embargo, la magnitud de la devaluación de la moneda brasileña es consecuencia del terrorismo financiero del presidente bolsonarista del BC en asociación mafiosa con las finanzas.
En una operación orquestada, aprovechan el impulso del avance global del dólar para ganar miles de millones en especulación en reales y, al mismo tiempo, erosionar la economía nacional y debilitar al gobierno.
Economistas liberales de renombre, así como analistas honestos, reconocen que no hay fundamento para el clima de terror respecto de las condiciones fiscales del país y de la economía brasileña pregonado por Campos Neto.
Se trata, de hecho, de un movimiento especulativo que genera ganancias astronómicas para los financistas y especuladores y alimenta un clima artificial de descontrol e incertidumbre, manteniendo la espiral continua de la especulación.
El presidente del Banco Central, en lugar de proteger la moneda y la economía nacional, como haría la autoridad monetaria, actúa como un conspirador que actúa contra los intereses nacionales.
Campos Neto, que tiene “la cola atada a los compromisos políticos”, como ha dicho el presidente Lula, podría tranquilizar el mercado y contener la especulación resaltando las sólidas bases económicas del país, pero se comporta como un pirómano que alimenta el fuego de la especulación.
Petulante e irresponsable, pronostica ahora para el mercado un escenario de caos monetario en Brasil desde el momento en que la dirección del Banco Central tenga una mayoría nombrada por Lula.