Uno de los mayores expertos analiza el impacto que tendría un cambio del régimen pesquero. Tettamanti dice que “hay demasiada brutalidad” y explica tanto el costado geopolítico como el industrial y el laboral.
Dice Horacio Tettamanti, ingeniero naval, exsecretario de Puertos, exconsejero pesquero. exsecretario de Desarrollo Productivo de Mar del Plata con Gustavo Pulti de intendente, que “más allá del objetivo político o ideológico en el intento oficial de cambio del régimen pesquero, se nota un nivel grotesco de desconocimiento”.
–¿En qué se traduce?
–Demasiada brutalidad ante temas tan delicados desde el punto de vista económico y geopolítico. Por suerte se produjo una reacción generalizada, pero de todos modos como mínimo hay que permanecer en estado de atención. Es preocupante, sobre todo dentro de la mediocridad en la que transcurre y discurre la política argentina.
–¿A qué campo hay que atender más?
–A todos. No solamente hay temas de negocio, empleo y rentabilidad. El hecho de que las reformas al régimen pesquero toquen aspectos sensibles de la geopolítica aumenta la necesidad de prestar atención. El político tiene que definir cuál es la lógica dominante, porque la pesca tiene muchas aristas que coexisten. Entre ellas, claro, las del empleo y el desarrollo industrial. Y a la vez el hecho de que tenemos parte de nuestro mar ocupado por una potencia extranjera.
–¿El actual régimen pesquero no debe ser cambiado?
–La 24922 es una ley alumbrada en un contexto neoliberal, pero funcionó relativamente bien y generó una maximización de valor agregado local. Siempre se puede mejorar lo que ya está bien, claro, pero no empeorar ni suprimir. Tengamos en cuenta, al mismo tiempo, que el 33 por ciento de la Zona Económica Exclusiva de la Argentina está ocupado por el Reino Unido. Y que los ingleses entregan 300 licencias de pesca por año. La 24922 exige que la pesca deba ser hecha por licencias. Y está bien. Solo que por licencias dadas por la Argentina, no por el Reino Unido.
–¿Quién pesca en ese 33 por ciento?
–Los que más pescan son los españoles, no los chinos. Con los pesqueros españoles tenemos el problema más serio. La famosa foto de los barcos alumbrados pescando de noche muestra a los que pescan más allá de las 200 millas. Hoy, dentro de la ZEE y fuera de la ocupación inglesa, hasta que no se resuelva la Cuestión Malvinas, efectivamente la Argentina está en condiciones de imponer la ley de manera soberana. Ahí tenemos un caladero. En términos de captura y procesamiento está todo relativamente bien hecho y ordenado. No es cierto que la Argentina sea un país desordenado en pesca.
–El vocero del Presidente, Manuel Adorni, dijo que hay que aumentar la producción pesquera.
–Ignora Adorni qué cosa es un caladero maduro. Se da cuando las especies están capturadas al 100 por ciento de su capacidad biológica. El Inidep, el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero, por lo menos funciona para establecer la captura máxima permisible, compatible con el sostenimiento de la biología. Las grandes especies, que son el calamar, el langostino y la merluza, están en su máxima capacidad. Adorni ignora que no se puede extraer más. La discusión es sobre si se privilegia la renta o el empleo.
–¿Cómo sería cada cosa?
–El punto es si se congela en alta mar con poca mano de obra o se deja mano de obra en tierra. Los sindicatos maximizan empleo y las empresas la renta. Natural. Por eso es imposible pensar la ausencia del Estado, incluso en términos liberales. Si la propiedad fuera un dogma, tendríamos que el recurso es una propiedad privada del Estado. La masa biológica es una propiedad imprescriptible e inalienable del Estado nacional, y el Estado tiene todo el derecho de decidir qué hace con él. Es privada y pertenece a una persona jurídica que se llama Estado, que hace concesiones de explotación. Por más libertario que sea el Estado, no puede estar ausente. Y no puede tener permiso de pesca un extranjero. Para poder dar un permiso de pesca hay que tener un barco de bandera argentina. Tripulado 75 por ciento por argentinos. Y hay un orden de mérito, dado por la ley, que privilegia la mano de obra o la construcción del barco en la Argentina, por ejemplo. Estamos hablando de un universo de 500 barcos. Si se mantiene lo que quiere la Ley Ómnibus, se les podría dar permisos de pesca a empresas extranjeras y el mérito sería del que ponga más plata. Inaplicable. Catastrófico. Sería la desaparición de la ZEE. Que un libertario venga a desregular es una cosa, y que venga a demoler es otra. El Consejo Federal Pesquero tiene 11 miembros. Lo integré seis años. Están representadas las cinco provincias marítimas y hay seis funcionarios del Poder Ejecutivo, entre ellos de la Cancillería, de Ambiente y de Seguridad.
–¿Tiene poder?
–Enorme. Fija políticas y capturas máximas. Salvo el Congreso nacional, no hay ningún organismo con esa jurisdicción tan amplia para un tipo de integración tan diverso. Eso permitió recuperar el equilibrio biológico de la merluza contra el interés contrario de España, y por detrás del Reino Unido. Hay que estudiar bien el tema en relación con la importancia enorme del Río de la Plata.
–Lo haremos. ¿Contamos con usted?
–Con gusto.
Muy didáctica la explicación del Ingeniero Tettamanti. Se impone una campaña de divulgación masiva, por todos los medios, sobre todo en las provincias marítimas.