Existe un vínculo remarcable entre el ascenso de las derechas ultras y el malestar con la economía. La inflación, la crisis económica y la pobreza al llegar la vejez son preocupaciones actuales de los alemanes de 15 a 29 años de edad, entre los cuales tiene arraigo Alternativa por Alemania, que obtuvo el segundo lugar entre los votos teutones. La emergencia de las derechas no es la tendencia, si no su consecuencia. La tendencia es el mentado agotamiento del conservadurismo liberal.
El avance de las derechas en las elecciones para el Parlamento de la Unión Europea (UE), particularmente en los casos de Alemania y Francia, refuerza la conclusión de que en el mundo se presenta una crisis del liberalismo centrista. Es decir, de la expresión liberal del conservadurismo político. Igual que el fracaso del Congreso Nacional Africano en Sudáfrica.
Lo que no quiere decir que la crisis se supere en un plazo previsible, ni que espontáneamente emerja una respuesta que permita dejar atrás los factores que la incubaron. De momento, como pusimos de manifiesto en Y ahora qué?, existe un vínculo remarcable entre el ascenso de las derechas ultras y el malestar con la economía, sobre la cual éstas a duras penas se pronuncian.
El chauvinismo en relación a la inmigración en un continente con la población envejecida y declinante, cuyas tendencias conducen a que las empresas se encuentren con dificultades para contratar la fuerza de trabajo que requieren, no es un buen augurio, a pesar de que una parte significativa del electorado coincida en que la inmigración resulta perjudicial para los nativos europeos.
En el fondo de la cuestión, subsiste la llamada «crisis del costo de vida», que afectó tanto a Estados Unidos como a Europa en los últimos tres años. Consiste en una elevación de los precios de bienes de consumo que obligó a los trabajadores de las naciones prósperas a restringir ciertos hábitos. Recordemos que la inflación, la crisis económica y la pobreza al llegar la vejez son preocupaciones actuales de los alemanes de 15 a 29 años de edad, entre los cuales tiene arraigo Alternativa por Alemania, que obtuvo el segundo lugar entre los votos teutones.
Por otra parte, el cambio climático, una cuestión que ocupaba un espacio prominente en la agenda del Parlamento europeo, les despierta poco interés a los votantes jóvenes. Y así quedaron los escaños retenidos por los partidos que impulsan una agenda relacionada al clima, que pasaron de ser 71 luego de la elección de 2019 a 53 en la última. No es muy difícil para los observadores concluir que cualquier proyecto relacionado con disminuir las emisiones de carbono parece encaminarse hacia un bloqueo (iniciativa sintetizada en el Pacto Verde, que contemplaba el cese de las emisiones netas en la UE para 2050).
El historiador inglés Adam Tooze sintetizó las consecuencias prácticas de estos eventos señalando que lo que está en juego no es el predominio del poder en el Parlamento de la UE, sino la orientación de su agenda. Sostiene que “incuso si Ursula von der Leyen –la presidenta de la Comisión Europea, blanco de críticas de la nueva derecha- tiene éxito en su postulación para un segundo término, no perseguirá la política desembozadamente verde que impulsó el Pacto Verde en 2019 y Next Gen EU en 2020 (otro programa de impulso a tecnologías verdes)”.
No porque las posiciones en torno a la cuestión climática se reviertan, pero perderían prioridad. Para Tooze, “hay una agitación de opinión en Europa que se preocupa por el costo de vida, quiere mantener sus autos de combustión interna y simpatiza con los granjeros en su oposición a la regulación verde. Ese grupo ahora levantará la voz”. Tanto los autos como la comida son objeto de cambios en sus procesos productivos, en los cuales hay avances, pero la opinión general es que no parece que la meta propiciada por el Pacto Verde esté en vías de cumplirse.
Lección para aprender
La lección para aprender de los eventos de la UE es que es una ingenuidad lanzar una agenda progresiva en tanto esta no contenga un vínculo directo con la transformación de las condiciones de vida de la humanidad que la haga genuinamente popular.
Por el contrario, queda en evidencia que la percepción sobre esta agenda es que es perjudicial. Percepción ahondada por el hecho de que una buena parte de los votantes europeos observa que sus líderes políticos se desentienden de las cuestiones que los afectan. El resultado es que, si estas iniciativas tenían algo de valedero, se verán obstaculizadas por sectores que transitoriamente asumen la representación del descontento que origina esta conducta política.
Crisis en la Argentina
La reflexión anterior nos conduce a adentrarnos en el panorama local, en la discusión sobre cómo se posiciona el campo popular ante la Presidencia de Javier Milei. Aunque la asociación del Presidente con la emergencia mundial de las derechas se haya vuelto un lugar común, que él mismo reitera, nos parece que su interpretación, como se la expresa habitualmente, exhibe algunas debilidades.
Bajo ningún punto de vista es aceptable postular que “se trata de una tendencia mundial”, sin más. Primero, porque bien interpretada la emergencia de las derechas no es la tendencia, si no su consecuencia. La tendencia es el mentado agotamiento del conservadurismo liberal. Bien puede suceder que permanezca la última incluso si lo primero decae.
Lo cual aplica tanto a Argentina como el resto de las regiones que experimentan la misma fenomenología. En esto se ubica el segundo punto para discutir. Las semejanzas pueden ser internacionales. Pero los gobiernos son nacionales. Por ende, también lo son la representación política, los problemas que la caracterizan, y las soluciones a esos problemas. Empero, podemos vernos inclinados a concluir que el reemplazo del conservadurismo en Argentina es el requisito para superar la crisis que atraviesan al país y a la dirigencia política.
El término “crisis” adquiere aquí el significado de una situación que por sus contradicciones inherentes no puede continuar desenvolviéndose sin que se produzcan conflictos cada vez más hondos. Es un significado más específico que el que le dan algunos usos más frecuentes, pero imprecisos.
Se habla de una “crisis” que desencadena Milei con el derrumbe de la economía, pero en sí este forma parte de una crisis pre-existente y más amplia. Que a su vez explica su posibilidad, porque de no ser tan extensa la aceptación del conservadurismo en la dirigencia política como para llevar a desconocer la defensa de los intereses que hacen a la razón de ser de los estamentos políticos, su accionar debería enfrentar límites más firmes.
Recuperar la perspectiva
Establecer la conexión entre los razonamientos expuestos y la mala gestión del Frente de Todos que dio plafón para la imposición en las elecciones el gobierno actual es sencillo. Pero sucede que las razones de este fracaso aún no están completamente claras. Aludir al desarrollo adverso de la economía suscita una pregunta elemental: ¿No existían condiciones para ensayar algo diferente? ¿Por qué el sector de la coalición gobernante que criticaba el derrotero adoptado no tuvo iniciativas que permitiesen alterarlo?
Las preguntas se vuelven importantes cuando se relacionan con el presente, y dan lugar a una inquietud. Como entonces no se pudo incidir sobre la praxis de un gobierno del que se participaba, ahora no se observan movimientos homogéneos y persistentes que tiendan a debilitar al gobierno actual. No dentro de una hipótesis golpista, sino simplemente haciendo valer el rol de una oposición, consistente en oponerse. Máxime cuando un gobierno le da muchas razones para hacerlo, como es el caso.
Una respuesta parcial es que está muy extendida una caracterización algo simplista de la economía argentina, en la que se sostiene que para mejorar la distribución del ingreso es necesario que se adopte una disposición a enfrentar y disciplinar a los grupos de poder, que tienen una estrategia en torno a la economía nociva para los intereses de las mayorías populares.
Ante la repetición de la idea, es lícito señalar que aún debe aclararse en qué consiste dicho “disciplinamiento”. Pero incluso dando por sentado que llegase al poder un gobierno con nacional-popular con vocación “disciplinadora”, parece desconocerse la existencia de leyes que hacen al crecimiento económico y la formación de los precios, y de la existencia de características objetivas de la economía sobre cuyo curso solamente se puede incidir luego de comprenderlas.
El gobierno nacional-popular disciplinador que lo ignore está condenado a chocar la calesita y encontrarse con un destino tan improductivo como el del Frente de Todos, porque en realidad recurre a una consigna fantasiosa para ocupar la función de ideas concretas, de las que se carece.
Pero, además, dicha visión no solamente adolece de una falencia ante tal eventualidad, sino que, en el presente, obtura la gestación de las alianzas que pueden orientarse una vez que se conocen los intereses para los cuales esta política económica resulta deletérea, porque no se anticipan sus consecuencias necesarias y se pierde la perspectiva para aglutinar a los grupos agredidos. Esa perspectiva tiene que recuperarse, y la herramienta teórica para lograrlo es el materialismo analítico, con su característica vinculación entre la estructura económica y la superestructura política.
Resulta una coincidencia desafortunada que en este momento tan convulsionado se ponga de moda aducir que las categorías de derecha e izquierda no son útiles para explicar los posicionamientos políticos. En todo caso, puede discutirse que la asociación lineal de ciertas características en los movimientos políticos pertenecientes a uno u otro tipo sean rígidas, sin perder de vista que, con independencia de su encuadramiento, existen izquierdas y derechas lúcidas o mediocres.
Pero la identificación entre la proliferación de medios digitales con un cambio en la estructura de las relaciones sociales de producción es completamente gratuita, por la sencilla razón de que la intervención de la comunicación en el mundo digital se realiza transmitiendo un mensaje determinado, que responde a intereses e ideas de determinación concreta. Al igual que las otras formas de comunicación política, sean de izquierda o de derecha.
Sobre esto, Europa tiene otra lección para enseñarles a los viajeros argentinos, que en su travesía por la historia descubrieron que ellos saben que la izquierda y la derecha son cosas del pasado mientras siguen sin saber cuáles son las del presente. Los referentes de la ultra derecha, sin preocuparse por saber cómo deberían motejarse a sí mismos en función de las pretensiones argentas, explotan las plataformas digitales para ganar visibilidad ante el descontento que deja el centrismo híbrido. Para la derecha los medios digitales no son un factor de negación, si no de afirmación. En tanto una herramienta neutral, podrían serlo también para la izquierda, siempre que esta tenga una identidad para afirmar.
Excelente artículo. Renueva la visión sobre el análisis materialista que nunca deberíamos haber perdido, obnubilada por el muy bien caracterizado “conservadurismo liberal” al que sin duda pertenece la última fase del peronismo.
Arroja luz crítica precisa, esperando que las fuerzas populares podamos sacudirnos la modorra de estos últimos años y enfrentarnos, primero con nosotros mismos y después con los verdaderos “terroristas” a los que como pueblo, les hemos entregado la administración del estado. Es particularmente remarcarle el concepto referido a que desde lo nacional no podemos ignorar lo internacional del conflicto en el que estamos involucrados. El haber ignorado y , desde el peronismo, hasta ninguneado la lucha de clases, tiene que ser revisado porque es una de las razones de la presencia de milei en la presidencia.
Agradezco este artículo que dispara tan ricas perspectivas de análisis que a esta altura vuelven a ser originales.